Hoy desperté sintiéndome perdedor y por eso escribo este correo.
Por eso y porque llevo tiempo sin escribir nada y ya iba siendo hora de “agarrar la pala”.
Esto de sentirme perdedor me pasa de tanto en tanto y ya creo que es algo que nunca dejaré de sentir.
En medio de la jungla digital en la que todos los días me manejo y por el tipo de información y contenidos que consumo, suelo toparme una y otra vez con testimonios de gente exitosa que hacen de manera muy sencilla hasta las cosas más complicadas.
Y a todas les va bien.
Todas son exitosas.
Todas ganan mucho dinero con sus ideas o contenidos.
Ninguna se siente perdedora.
Pero yo sí.
Eso sí, cuando revuelvo el fondo de la olla descubro que hasta Elon Musk tiene más derrotas que aciertos en su haber.
Pero eso no hace que mis derrotas duelan menos.
Vivo cada una de ellas como si fuera la última.
Y no importa si es personal, profesional o familiar. Me lleva varias semanas recuperarme de cualquiera de ellas.
Aunque lo peor de todo es que no necesito perder para sentirme perdedor.
En ocasiones, me siento así ni bien me despierto y todo mí día consiste en revertir esa sensación.
La rechazaron por poco exitosa
Hace unos días estuve hablando con una persona de la comunidad WordPress que intentó unirse a un grupo de “exitosas” mujeres emprendedoras de Coruña.
Para su sorpresa, la rechazaron porque, en teoría, no era lo suficientemente exitosa como para unirse a su grupo.
No voy a dar mayores detalles sobre lo que hablamos con ella porque ya se lo pueden imaginar.
¿Quién demonios se creen para juzgar el éxito ajeno?
¿O el fracaso?
Desde mi punto de vista existen varios niveles tanto de fracaso como de éxito y ni siquiera uno mismo debería ser capaz de juzgarlos.
Porque se supone que un éxito es haber alcanzado un objetivo. Y un fracaso debería ser todo lo contrario.
Pero también hay matices.
Por ejemplo, uno de mis objetivos era vivir de mis podcasts y no lo logré.
Sin embargo, en este momento vivo del podcasting gracias a todo lo que aprendí con mis podcasts.
¿Eso es un éxito o un fracaso?
¿Quién se anima a juzgarlo?
¿Y esto qué tiene que ver con el podcasting?
Para que este tema tenga sentido en esta newsletter, voy a llevarlo a nuestro terreno.
En cualquier red social te vas a topar con algún gurú del podcasting diciéndote lo que tenés que hacer para mejorar la performance de tu podcast.
Más escuchas, más estrellas en Apple Podcast, mayor retención en Spotify for Podcasters.
Muchas de mis publicaciones también hablan de eso. “Me declaro culpable, Su Señoría”.
Pero nada de eso importa.
Si grabas tu primer programa, es un éxito.
Si lo publicas, lo es aún más.
Si logras grabar y publicar el segundo, es un éxito aún más grande.
Créeme. En proporción, son pocos los programas que lo consiguen.
Y si mantenes vivo tu programa durante un año o más tiempo, entras en un grupo mucho más reducido de podcasters exitosos.
¿Tu podcast tiene apenas 200 reproducciones por episodio?
El secreto mejor guardado del podcasting es que la gran mayoría de los podcasts que se publican se mantienen en esos números.
Por supuesto que hay programas con muchísimas más descargas pero son muy pocos.
Yo mismo tengo episodios en los que sin importar lo que yo haga para promocionarlos no superan las 200 escuchas. ¿Y qué?
Lo importante es cómo te sentís grabando y publicando tu podcast. Lo demás viene solo… O no.
También puede no llegar nunca pero eso no quiere decir que sea un fracaso.
Ni pelota a los de afuera.
Date espacio para sentirte exitoso con tus contenidos, sin importar lo que los demás opinen.
Y acá debería cerrar la newsletter con alguna frase inteligente pero solo se me ocurre un meme.
¡Saludos!
Leo
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